La tarima flotante es ya algo muy habitual en viviendas, oficinas y comercios. La facilidad con la que se coloca encima de cualquier tipo de suelo y la rapidez de la obra son algunos de los motivos por los que la gente la elige.

Algunas tarimas son capaces de imitar los suelos de madera más lujosos y otras optan por la fantasía con acabados en divertidos colores. En cualquier caso, es un suelo económico comparado con el parqué y se ahorra mucho dinero respecto a quitar el viejo suelo y poner otro nuevo.

Otra de sus ventajas está en la posibilidad de colocar una capa de aislamiento entre el suelo antiguo y la nueva tarima. Este aislamiento hace que el suelo esté más cálido incluso en invierno y que los ruidos de las pisadas no se sientan tanto en el piso inferior.

¿Son todas las tarimas iguales?

La respuesta es muy clara: No. Evidentemente no es lo mismo una tarima de buena calidad y de una marca reconocida. La tarima flotante Finsa es de las mejores del mercado. Comprar una buena tarima es clave, pero incluso las mejores tarimas tienen varias categorías en función del uso que se le vaya a dar.

Una tarima para uso particular no va a ser sometida al mismo desgaste que aquella situada en un comercio o en una cafetería. En este último caso el tránsito de gente es continuo y por eso su resistencia tiene que ser mucho mayor. Es también una tarima más cara, pero merece la pena porque se verá bonita durante muchísimo más tiempo.

En un domicilio particular también se pueden instalar diferentes tipos de tarima ya que las hay especiales para determinadas estancias, por ejemplo para el cuarto de baño o la cocina, donde se coloca una tarima especialmente resistente al agua.

¿Es especialmente delicada?

Todo depende de con qué se la compare. Si la comparamos con un suelo cerámico convencional es más delicada ya que va a sufrir mucho más desgaste y, además, puede estropearse con el agua o con el sol. Sin embargo, la tarima de calidad está pensada para aguantar incluso más de veinticinco años con su mejor aspecto.

Aunque la tarima no se puede reparar como se hace con el parqué, tiene la ventaja de que se puede quitar tan fácilmente como se ha colocado y reemplazarla por una nueva.